lunes, 7 de noviembre de 2011

LA EDUCACIÓN EN LA LÓGICA
DE GANADORES Y PERDEDORES

Casi siempre celebramos el haber ocupado, un lugar expectante en nuestras vidas; de ser el mejor, el primer lugar y gozar de todos los premios, como el único vencedor del concurso. Indudablemente son acontecimientos que se suceden habitualmente tambien en el proceso educativo; otros en condición de superiores y muchos otros en circunstancias inferiores.
Si bien entendemos a la educación, como una transmisión de conocimientos, a la vez, como búsqueda y transformación del mundo en que vivimos, es pertinente  entonces admitir, que el aprendizaje se convierte como la más grande de las virtudes humanas. Y lo es. Sin embargo, cada cierto tiempo la humanidad tiende poner en duda su proceso educativo.
A veces la educación no está hecha para que colaboremos con los otros, sino para que siempre compitamos con ellos y nadie ignora que hay un modelo educativo, como una suerte de lógica, de quien hizo mejor, quien fue el ganador y casi nos obliga a sentir el orgullo de haber dejado atrás a los demás. ¿Será la lógica del primer lugar, acaso lo más conveniente en el desarrollo educativo, de que haya solo ganadores y perdedores?, ¿Por qué toda formación tiene que buscar solo individuos superiores?           
Todos estos acontecimientos, propios de nuestro sistema educativo, nos llevan  a  refexionar y plantear, que estamos aparentemente sobre una crecida sociedad excluyente; en la formula de que uno triunfe al precio de que los demás fracasen, esto puede ser muy reconfortante para los triunfadores, pero suele ser muy deprimente para todos los demás.
Pareciera que estamos excesivamente contagiados de aquella lógica, de que los seres humanos nos dividimos solo en ganadores y perdedores, apostados en la superstición del primer lugar, del número uno, del triunfador y nada más llamativo para estos anhelos, los concursos y los premios. ¿Por qué solo uno tiene que ser el mejor?
Por lo menos debería de haber un lado de la educación, que impulse el cultivo de la convivencia y la solidaridad, antes que la rivalidad y la competencia, y ello tal vez nos ayude avanzar en la práctica de una mejor educación integral, de calidad y para todos.